sábado, 15 de octubre de 2011

La noticia y el dilema

 (final)

Después de esclarecer mi mente por unos cuantos minutos pude encontrar la razón por la cuál de pronto se había aplicado esta ley.

Surgió en mi mente el recuerdo que en alguna revista, un tanto tendenciosa, se informaba que el presidente de la república era judío. El artículo informaba que: entre las personas que lo rodeaban no se podía mezclar algún “común” como él nos llama.

A pesar que la fuente no me parecía del todo confiable, al leerla pude dudar de su veracidad. Sin embargo, con lo actualmente acontecido, ya no me quedó duda alguna que esto fuese el factor que detonó la aplicación de dicha ley.

Me resultaba increíble cómo es que el presidente siendo la persona que nos representa ante el mundo, el líder del pueblo, la persona destinada a velar por los intereses del mismo, pudiera llevar a cabo tal discriminación.

Definitivamente no me sentía bien.  Todo mi mundo y mis planes se habían venido abajo por esta ley que cambiaría no solo mi destino, sino el del país. 

No me pude detener y comencé a llorar. No podía entenderlo, no quería creerlo. ¿Por qué sucedía esto? ¿Por qué el cambio tan abrupto?

Debía incorporarme, dejar de llorar y de esta noticia tomar lo mejor. Debía superarme y encontrar la manera de poder escapar, o tal vez hallar otra opción.

No podía dejarme caer por esta ley, debía ser más fuerte y con carácter, pues mi familia me necesitaría, y ahora más que nunca.

Así que limpie mis lagrimas y comencé a pensar que es lo que haría de mi vida en estos instantes de incertidumbre por el nuevo destino.

Podría seguir mi vida con los ideales que ya tenía planteados, sin embargo, algo frustrados por la nueva ley. Esconderme para no ser aprehendida y tener una vida oculta.

O tal vez podría hacerme pasar por judía. Esto tendría que plantearse bien, pues no será fácil al no tener conocimiento de la cultura de esta religión. El tiempo sería breve y tendría que descartar y desistir de cualquier culto o religión que yo previamente haya profesado.

Sería como negar mis orígenes y la cultura que por años he llevado.  Un cambio demasiado drástico.

Tendría que cambiar muchas cosas de mi vida, no solo la cultura religiosa, sino hábitos, costumbres, modismos, etc.

La situación en la que me encuentro no es nada fácil. Debo analizar bien que es lo que me mueve más, sí el seguir mis ideales y cultura sin negar al Dios en el que he creído por años, o volverme una nueva persona, cambiando mi ideología, para no estancarme y poder sacar a mi familia adelante.


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